martes, 3 de mayo de 2022

MIGUEL HERNÁNDEZ

 

 RECOGED ESTA VOZ (De Vientos del Pueblo) 



Naciones de la tierra, patrias del mar, hermanos

del mundo y de la nada:

habitantes perdidos y lejanos,

más que del corazón, de la mirada.

 

 

Aquí tengo una voz enardecida,

aquí tengo una vida combatida y airada,

aquí tengo un rumor , aquí tengo una vida.

Abierto estoy, mirad, como una herida.

 

 

Hundido estoy, mirad, estoy hundido

en medio de mi pueblo y de sus males.

Herido voy, herido y malherido,

sangrando por trincheras y hospitales.

 

 

Hombres , mundos, naciones,

atended, escuchad mi sangrante sonido,

recoged mis latidos de quebranto

en vuestros espaciosos corazones,

porque yo empuño el alma cuando canto.

 

Cantando me defiendo

y defiendo mi pueblo cuando en mi pueblo imprimen

su herradura de pólvora y estruendo

los bárbaros del crimen.

Esta es su obra, esta:

pasan , arrasan como torbellinos,

y son ante su cólera funesta

armas los horizontes y muertes los caminos.

 

 

El llanto que por valles y balcones se vierte,

en las piedras diluvia y en piedras trabaja,

y no hay espacio para tanta muerte,

y no hay madera para tanta caja.

Caravanas de cuerpos abatidos.

 

 

Todos vendajes, penas y pañuelos:

todo camillas donde a los heridos

se les quiebran las fuerzas y los vuelos.

Sangre, sangre por árboles y suelos,

sangre por aguas, sangre por paredes,

y un temor de que España se desplome

del peso de la sangre que moja entre sus redes

hasta el pan que se come.

Recoged este viento,

naciones, hombres, mundos

que parte de las bocas de conmovido aliento

y de los hospitales moribundos.

 

 

Aplicad las orejas

a mi clamor de pueblo atropellado,

al ¡ay! de tantas madres, a las quejas

de tanto ser luciente que el luto ha devorado.

Los pechos que empujaban y herían las montañas,

vedlos desfallecidos sin leche ni hermosura,

y ved las blancas novias y las negras pestañas

caídas y sumidas en una siesta oscura.

 

 

Aplicad la pasión de las entrañas

a este pueblo que muere con un gesto invencible

sembrados por los labios y la frente,

bajo los implacables aeroplanos

que arrebatan terrible,

terrible, ignominiosa, diariamente,

a las madres los hijos de las manos.

 

                                                                                                                                                                                                                                                              

Ciudades de trabajo y de inocencia,

juventudes que brotan de la encina,

troncos de bronce, cuerpos de potencia

yacen precipitados en la ruina.

Un porvenir de polvo se avecina,

se avecina un suceso

en que no quedará ninguna cosa:

ni piedra sobre piedra ni hueso sobre hueso.              

 

                                                                                                                                                                                                                               

España no es España, que es una inmensa fosa,

que es un gran cementerio rojo y bombardeado:

los bárbaros la quieren de este modo.

Será la tierra un denso corazón desolado,

si vosotros, naciones, hombres, mundos,

con mi pueblo del todo

y vuestro pueblo encima del costado,

no quebráis los colmillos iracundos.

             

 

II

Pero no lo será: que un mar pifiante,

triunfante siempre, siempre decidido,

hecho por la luz, para la hazaña,

agita su cabeza de rebelde diamante,

bate su pie calzado en el sonido

por todos los cadáveres de España.

                                                                                                                                      

 

Es una juventud: recoged este viento.

Su sangre es el cristal que no se empaña,

su sombrero el laurel y el pedernal su aliento.

 

                                                            

Donde clava la fuerza de sus dientes

brota un volcán de diáfanas espadas,

y sus hombros batientes,

y sus talones guían llamaradas.

Esta compuesta de hombres del trabajo

de herreros rojos, de albos albañiles,

de yunteros con rostro de cosechas.

Oceánicamente transcurren por debajo

de un fragor de sirenas y herramientas fabriles

y de gigantes arcos alumbrados con flechas.

 

 

A pesar de la muerte, estos varones

con metal y relámpagos igual que los escudos,

hacen retroceder a los cañones

acobardados, temblorosos, mudos.

El polvo no los puede y hacen del polvo fuego,

savia, explosión, verdura repentina:

con su poder de abril apasionado

precipitan el alma del espliego,

el parto de la mina,

el fértil movimiento del arado.

Ellos harán de cada ruina un prado,

de cada pena un fruto de alegría,

de España un firmamento de hermosura.

      

 

Vedlos agigantar el mediodía,

y hermosearlo todo con su joven bravura.

Se merecen la espuma de los truenos,

se merecen la vida y el olor del olivo,

los españoles amplios y serenos

que mueven la mirada como un pájaro altivo.

Naciones, hombres, mundos, esto escribo:

la juventud de España saldrá de las trincheras

de pie, invencible como la semilla,

pues tiene un alma llena de banderas

que jamás se somete ni arrodilla.

 

 

Allí van por los yermos de Castilla

los cuerpos que parecen potros batalladores,

toros de victorioso desenlace,

diciéndose en su sangre de generosas flores

que morir es la cosa más grande que se hace.

 

 

Quedaran en el tiempo vencedores,

siempre de sol y majestad cubiertos,

los guerreros de huesos tan gallardos

que si son muertos son gallardos muertos:

la juventud que a España salvara aunque tuviera

que combatir con un fusil de nardos

y una espada de cera.

 

lunes, 1 de junio de 2020

MIGUEL HERNÁNDEZ


                                                   SENTADO SOBRE LOS MUERTOS

                                                          Sentado sobre los muertos
                                                          que se han callado en dos meses,
                                                          beso zapatos vacíos
                                                          y empuño rabiosamente
                                                          la mano del corazón
                                                          y el alma que lo mantiene.
                                                          Que mi voz suba a los montes
                                                          y baje a la tierra y truene,
                                                          eso pide mi garganta
                                                          desde ahora y desde siempre.

Pincha en este enlace y accede a la Fundación Miguel Hernández, donde podrás encontrar su biografía y diferentes documentos sobre su vida y su obra.

miércoles, 29 de abril de 2020

STEFAN ZWEIGH-Magallanes

Así se refería Stefan Zweigh, en la Introducción de esta biografía de Magallanes, a aquel maravilloso viaje  mientras recordaba el que él había realizado a América del Sur.
(...)Compara un momento este viaje de hoy con los de antaño, sobre todo con los primeros viajes de aquellos temerarios que descubrieron, en nuestro beneficio, estos mares inmensos y un mundo nuevo, y avergüénzate en su memoria. Intenta imaginártelos partiendo en sus frágiles barcas de pescador hacia lo desconocido, ignorantes de los derroteros, perdidos en lo infinito, continuamente expuestos al peligro, al capricho de las inclemencias del tiempo y a todas las torturas de la escasez. Sin luz en la noche, sin más bebida que el agua tibia de las cubas y la que recogieran de la lluvia; sin más comida que la sosa galleta y el tocino rancio, y aun faltos días y días de esta somerísima alimentación. Ni una cama, ni el oasis de una tregua, infernal el calor, sin misericordia el frío, y además la conciencia de la soledad, del desamparo en el desierto cruel del agua. Allá, en los hogares, durante meses y años, nadie sabía dónde estaban; ni ellos mismos sabían adónde iban. La escasez era su compañera, la Muerte los cercaba de noche y de día en mil formas, por mar y tierra; no podían esperar más que peligros, así de los hombres como de los elementos, y durante meses y años la soledad más espantosa rodeaba sus míseras embarcaciones. Sabían que nadie saldría en su socorro, que no encontrarían un solo barco durante muchos meses en aquellas aguas no surcadas, que nadie los sacaría del apuro y del peligro, ni podrían hacer saber su muerte, su fracaso.(...)

martes, 30 de abril de 2019

JOSEF MARTIN BAUER- Tan lejos como los pies me lleven


Esta es una historia basada en hechos reales, ambientada durante la II Guerra Mundial. Un soldado alemán es hecho prisionero por el Ejército soviético y es llevado a un campo de trabajo. Desde allí intentará escapar y regresar a su hogar. Una historia conmovedora que ha sido llevada al cine por el director alemán Hardy Martins, en el año 2001. Como sé que la película os está atrapando, aquí os dejo esta recomendación para leer. Os gustará, seguro.
Empieza así:
"¡Que el infierno pueda ser tan bonito!
Llegan desde fuera del tren los gritos acostumbrados, y las puertas de los vagones se van abriendo también con la brusquedad habitual. Después de 26 días el oído ha aprendido a distinguir algo en medio del áspero torrente de palabras rusas, y los hombres, que salen a chorro del interior de los vagones al abrirse de golpe las puertas, entienden por el tono de las voces que, en primer lugar, deben colocar los muertos aparte para que sean tachados de las listas. Luego podrán llenar de nieve la olla y coger leña del montón que hay al otro lado. Eso sí, sólo un par de brazadas por vagón, pero leña al fin y al cabo que llega después de nueve días sin haber podido encender la estufa."




miércoles, 6 de febrero de 2019

HEINRICH BÖLL-La aventura y otros relatos



Recordaba haber leído un relato, hace tiempo, sobre un soldado en la Primera Guerra Mundial. Mejor dicho, sobre la mochila de un soldado en la Primera Guerra Mundial. Busqué el libro y lo encontré por fin, porque necesitaba leerlo de nuevo. Aventuras de un macuto, de Heinrich Böll. En su momento me dejó una huella imborrable, es una historia que conmueve. Aunque fue escrito por Böll en 1950, la historia se desarrolla desde septiembre de 1914. No solo se trata de una narración asombrosa y magistral, sino también de una verdadera reflexión acerca de la guerra, de todas las guerras. No dejéis de leerla. Solo por este relato Heinrich Böll merece un lugar especial entre los grandes escritores del siglo XX.

Puedes acceder al relato aquí.